¿Príncipes
azules? ¿Corseles? ¿Carruajes? ¿Hadas madrinas? ¿Rescates
en un castillo custodiado por un dragón? ¿Y vivieron felices para siempre?
¿Dónde está todo eso?. Solo en las películas.

Las
princesas están presentes en cada ámbito de la vida de las menores. Artículos
escolares, mochilas, lápices, tazas, cubrecamas, muñecas y un millar de cosas
más, ¿alusivas a qué? A las princesas. A las protagonistas de esos cuentos de
hadas que se transformaron en películas y que nos enseñaron una idealizada idea del amor.
La
Bella Durmiente, La Cenicienta, Blanca nieves son solo algunas de las princesas
que asumen el rol de damas sutiles y sumisas a la espera del rescate o del beso
de su príncipe que las devuelva a la vida. Incluso La Sirenita renuncia a su
estilo de vida, a su familia, a sus amigos, ¿por qué?, por su príncipe.
En
general, las princesas de las películas son percibidas como humanos, porque
realizan actividades reales, pero sus acciones son lo único que traspasa la
delgada línea entre ficción y realidad.
Las
princesas han creado de cierta manera un estereotipo, no solo en lo relacionado
con el amor, sino que también en la imagen que representan y con la cual las
pequeñas relacionan a su futuro, y a su ideal de vida. Son influyentes y
potenciales modelos a seguir.
Tenemos
claro que los cuentos de Disney son muy antiguos, y claramente los pensamientos
no son los mismos que los actuales, pero entonces ¿por qué seguimos
reproduciendo lo mismo si sabemos que las cosas son diferentes?. Ah, verdad.
Pues porque son “clásicos”.
Comparemos
un poco.
Las
princesas tienen que ser lindas, vestir bien, tener lindos peinados, hablar sin
improperios, etc, etc, etc. ¿Acaso ustedes han visto alguna princesa que no
luzca ostentosos vestidos o que diga alguna grosería?, pues no. Las princesas
son mujeres dependientes que se dedican a las labores del hogar *con la ayuda
de sus amigos animales del bosque, obviamente*, y que en su tiempo libre cantan
o leen. Siempre que una princesa encuentra a su príncipe, sus problemas
desaparecen. La bruja malvada muere o simplemente deja de molestarla, el
príncipe mata al dragón y se casa con ella para ser felices para siempre, pero
seamos realistas y aterricemos un poco. Ni siquiera existen los dragones, menos
los príncipes azules.
En la
realidad, vestir bien o lucir bien no es usar un vestido y un peinado con el
cual parezcamos novias y así. Los jeans
la llevan. Y para que mentir de acuerdo al vocabulario, si las groserías
son parte del diario vivir, no mientan. En nuestros días la independencia y
empoderamiento de la mujer está presente, no necesitamos depender de un hombre,
y mucho menos de animales que nos ayuden a limpiar.
Hemos
dejado de creer en fantasías, o simplemente nos hemos dado cuenta de la
realidad. Por eso es nuestro trabajo que las niñas que hoy en día ven esos
“clásicos” de Disney, entiendan que no son más que eso, películas clásicas.
Es bastante triste
crecer con la idea de un mundo maravilloso en donde todos viven felices por
siempre, los villanos mueren y todo es color rosa, para luego darse cuenta que
las cosas no son así y llevarse una gran decepción. Por eso hay que aprender a
diferenciar lo real de lo fantástico, marcar las líneas y entender que no es necesario
ser igual que las princesas, que las hadas, las brujas, los dragones y los
hechizos de medianoche no existen, y que no hay que esperar toda la vida a que
llegue un príncipe en un carruaje para ser felices :D.
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